viernes, 20 de enero de 2012

De mutuo acuerdo.


Aquella noche pacte la mutilación sin ser consciente de ella, ajeno a que la perdida sería irreparable, marzo y la juventud me llevaban a pensar que todo vuelve a crecer en primavera.

Me aleje, ajeno al suceso y algo nervioso fui a beber cerveza con los amigos, una llamada a la mujer más querida para decirle que pasaría una temporada con ella y listo para mi primera guiness. 
Unas veinte borracheras más tarde note que se repetía un tema de conversación y la gente de siempre se dividía ahora en dos bandos; los que me evitaban y los que yo intuía que sentían pena y por ello bebían a mi lado. No entendía nada y no sospechaba la razón de esa actitud colectiva tan inexplicable, pero nada estaba mal, son etapas.......
Una noche, al regresar de madrugada y cuando peleaba con esa cerradura que no se dejaba ver, me abrió ella, todo su semblante desbordaba amor y ternura. No pronuncio palabra me agarro la mano y me condujo a la cama donde lentamente y con un gran cariño me cambio de ropa a pesar de mis torpes movimientos. Me abrazo y entre mis pensamientos ebrios deduje que era muy afortunado por sentirme tan querido, y dormí. 
A diario, me levantaba contento y buscaba con ilusión, con fugaces momentos de felicidad, aquello que no era consciente de haber perdido, como quien compra un guante todas las mañanas sin saber que ha perdido las manos y se desilusiona cada vez que intenta probárselos y no tiene donde.
Perdí el trabajo y el negocio se tambaleaba mientras que todos ya habían tomado partido por alguno de los dos bandos, incluidos mis socios, ahora lo veo lógico, entonces no entendía ninguna de las dos posturas. No era problema, mientras algunos siguieran alistándose en el bando de la noche.
Y aquel tema recurrente, ese parlar aburrido que amenazaba con convertirme en un alcohólico infumable.
Y por fin, una noche de copas, conducir del tirón para ver amanecer en la sierra y dormir al lado de alguien en un hotel de Segovia que te da una habitación recién hecha. Después de equilicuantas noches, tropecientas copas y varías amigas te das cuenta de que ya no esta, de que aquello que no te dolió era una mutilación y que ahora, cuando cicatriza es cuando empieza a molestar  . No sientes pena pero sabes que te falta algo, que a pesar de tener todas tus extremidades echas algo de menos, eso que no tenia una función concreta pero evitaba que siempre hablaras de lo mismo.
Empiezas a recordar la tarde indolora de la amputación, y todas las tardes,mañanas y noches de antes de esa. Y comienzas a entender la razón de que tu madre te abriera la puerta y todos tus amigos tomarán partido. 
Todo el mundo había visto la sangre menos tu.
El resto; olvidar lo afortunado que había sido y, que paradoja, evitar los recuerdos ahora que era consciente de ellos. 
Al fin y al cabo tras muchas noches de bar, tenía la certeza de que se puede ser feliz con cabeza, tronco y las cuatro extremidades, ahora estaba en la misma lucha que todos y yo también tenía derecho a serlo y dejar de hablar de lo mismo.
Paso el tiempo y ahora, al contrario de antes, solo yo veo que de vez en cuando sangra, aunque ya no sé el porqué.



2 comentarios:

  1. Como seguidor de tu blog, me creo con el derecho aunque no el permiso, para pensar sobre tu acertada reflexión y decirte aunque suguro que no te interesa, que en mi caso lo que me amputaron fue la juventud y que al igual que tu ni me di cuenta, pero eso si, suplí la mía con la de mi hijo, no para querer vivir experiencias a traves de el, sino para disfrutar de la suerte de ver los toros desde la barrera, aunque siempre pendiente de poder echar un capote salvador.

    ResponderEliminar
  2. Je,je Existe un dicho por hay rondando que dice que nunca se es viejo si el espíritu es joven. Pero estoy de acuerdo contigo en que se puede vivir la juventud por medio de otro y si además ese tercero es joven, mejor.

    ResponderEliminar