viernes, 9 de noviembre de 2012

Lágrimas de cristal


Para Blanca, mi compañera.


Al despertar, te sentaste al borde de la cama, estabas tan triste que apenas sentiste como un cosquilleo los suaves golpes en el dorso de tus píes. Más tarde, en la cocina, después de que se perdiera un rato tu mirada en la ventana, observaste que la mesa estaba llena de diminutas láminas de cristal. Creías que no te quedaban lágrimas y aquello te sorprendió, asombrada, vistes como caían en grupos, brotaban de tus ojos sólidas y casi planeaban hasta posarse en la mesa. Tu llanto de vidrio duro un buen rato y luego, por no tirarlas, las agrupaste y guardaste en una vieja cajita de latón. Triste y sola.







Todo el día llamándote y al llegar a casa, silencio. En la cocina, sobre la mesa, una pequeña cajita antigua de farmacia. Al sentarme pensé en ti, no es normal dejar la ventana abierta en el mes de noviembre, nunca actúas así. El viento sonaba fuera y la curiosidad me hizo levantar ese objeto con cuidado para ver que secreto guardaba en su interior. Al girar la tapa una ráfaga de aire empujo multitud de pequeñas y brillantes estrellas contra mi rostro, que sentí húmedo al instante. Es difícil explicar lo que ocurrió en ese momento, comencé a llorar sin salir nada de mis ojos. Creo que viví tu llanto, percibí tantas cosas, tan intensas y diferentes emociones, tan novedosos sentimientos, que entendí que la realidad no es singular y la verdad es una familia numerosa.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Sueños de soledad


Sentado en el café veía pasar la tarde una vez más. En la otra mesa, la chica miro a su pareja de una manera especial,una expresión que decía mil cosas sin palabras. El sonido embarullado de aquel café actuaba de orquesta, acompañando el momento en que andaron sus manos hasta susurrarse un beso. Un monumento a la comunicación en menos de medio minuto que quise congelar en mi mente para las tardes de lluvia.

Al oír los los cascabeles mire hacía la puerta. Sabía que nunca entrarías, pero esperaba algún tipo de proyección tuya, que se acercará a mi mesa me mirará y sin hablar sintiéramos conocernos desde siempre. Pediría tu te verde y al marcharse el camarero, me mirarías como la chica de la mesa de enfrente.




jueves, 1 de noviembre de 2012

Naturaleza muerta


Suenan las hojas al andar, muertas ya, gritan su último aliento para poner música a nuestro paseo de otoño. Buscan cada paso para intentar colarse bajo los zapatos y así poder cantar. Otras, las más ligeras, remontan el vuelo para dibujar piruetas acrobáticas en el aire. 
Tú las observas pensativa y yo aprovecho la canción para subir por el cuello de tu abrigo.