lunes, 22 de octubre de 2012

Comida casera


No había conversación en la mesa, tras respirar profundo y mirarlo fijamente, me atrapó. No podía salir; agobio, nervios, susto y temor, encerrado en el cuadrado, todo se mueve y cambia por momentos.

Una luz azul clara, una mujer morena; la reina de corazones, sonríe y siento mucha paz, me acaricia con cariño, la miro a los ojos, está llorando. Nos despedimos sin palabras y siento que ya nos queremos, pero no me habla.

Quiero seguir buscando la salida, volver a donde estaba, y no veo el final, el cuadro oscila y se transforma, como un complejo laberinto.

Azul oscuro, fundido con rojo, una mujer rubia aparece con el torso desnudo, me llama y me besa despacito, como en un susurro. Quiere fundirse conmigo pero no tiene ojos donde mirarme y yo solo quiero marchar.

No hay solución, no atisbo las fronteras o límites de esta casilla, me desespero, el suelo se mueve y el cielo cambia de color, siento que quedaré atrapado aquí siempre.

Papá, papi!, papááá!!!!,  ¿te traigo algo de postre?, y sonriendo liberado le respondo; no gracias, mi amor.


Atrapado en un cuadrito del mantel.




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